A menudo se alzan voces contra
ciertos aspectos metodológicos en la enseñanza artística. Al respecto creemos
que sin lugar a dudas la intuición constituye un aspecto fundante tanto para la
producción de obras de arte como para la apreciación de las mismas. Potenciar y
estimular la intuición son tareas que profundizaremos en el taller.
Ahora bien, si gran parte del
recorrido artístico está atravesado por la intuición, ¿desde qué metodología
encarar la enseñanza artística? Somos conscientes que no hay caminos pautados
para enseñar a pintar, pues es en realidad una práctica que se aprehende. Tratamos,
en el transcurso del taller, de dar ciertos indicios en cuanto al conocimiento
de los materiales, la técnica y los diversos recursos expresivos que puedan
aportar a la formación de un recorrido visual propio. Esta formación incluye no
solo los medios para que la pintura acontezca en el lienzo sino, y también, la creación
y formación de un discurso visual que acompañe el recorrido plástico de la
pintura de forma tal que aquellos encuentros y hallazgos que aparezcan en la
tela puedan ser interpretados mediante un vocabulario propio del lenguaje
visual.
En este punto, creemos que la
práctica artística encarna el mayor acto de libertad que una persona pueda
realizar, no obstante siempre será un acto consciente. El azar, lo intempestivo
y experimental son elementos que utiliza
la pintura pero ello no significa que deje librada a su suerte la factura de lo
plástico; hay vértigo, libertad, incertidumbre, contingencia, riesgo y
desasosiego en el proceso pictórico, pero hay detrás de ello, un sujeto
consciente que elije determinada resolución estética y decide sobre los
resultados plásticos.
Por ello, sostenemos la
pertinencia de acercar un vocabulario adecuado para hablar sobre pintura, no
para que el texto explique o transmita aquello que no dice la pintura, sino
para que cada uno pueda ser consciente de su proceso pictórico y dar cuenta del
mismo, mediante un lenguaje plástico.
Existe el temor que al llevar al
plano de la consciencia una práctica que encarna una profunda intuición, ésta
termine por frustrarse o se torne excesivamente racional.
Este temor muchas veces se presenta
en el transcurso del aprendizaje artístico pero corresponde a una fase
intermedia dentro del aprendizaje, no sólo de la pintura, sino del arte en
general y aún de otras disciplinas como la danza o ciertos deportes, donde
acciones o movimientos que eran realizados con naturalidad se tornan extraños
al llevarlos al plano consciente. Esta confusión es temporal y forma parte del
aprendizaje pero es superada luego, en un segundo momento, donde la técnica
adquirida se libera del control consciente y deviene en algo absolutamente
natural.*
En este punto la intuición ha ganado para sí, la seguridad del
intelecto.
Creemos en esta lenta y
dialéctica danza entre intuición e intelecto a la hora de ir echando luz sobre
el aprendizaje artístico.
Es la intuición la que va
abriendo la espesura de lo desconocido pero también es el intelecto el que
luego viene a traer un lenguaje que sienta las bases para el conocimiento.
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